"Parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para su salud o fuerza, sino para vivir bien en general." (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, Cap. 5)

martes, 17 de enero de 2017

EPISTEMOLOGÍA DESCARTES


7.1.             Enfoque: Desengaño filosófico y necesidad de método.
-          El primer paso en su filosofía lo da Descartes al desengañarse de los estudios realizados, sintiéndose torturado desde su juventud por haber aceptado una serie de verdades como ciertas sin haberlas comprobado personalmente (Vs. argumentos de autoridad).
-          Se despide del colegio jesuita de La Fléche con un profundo desengaño respecto de la mayor parte de las ciencias, excepto de las matemáticas. Abandona los estudios y se dedica a “leer en el gran libro del mundo”, viajando…
-          La necesidad de un método en filosofía ya se había sentido en el Renacimiento. F. Bacon la puso de relieve (“Novum Organum”), pero en Descartes es ya una preocupación primordial: convencido de la certeza y seguridad de las matemáticas, quiere emplear en filosofía un método que conduzca a la misma seguridad.
7.2.             El método cartesiano.
¿Cómo es el método de Descartes?
-          Como el método más exacto es el matemático, este será el preferido; un método que nos haga llegar por medio de la deducción, de una verdad cierta a las demás verdades. Así se podrá construir un edificio filosófico sólido, como un verdadero árbol de la ciencia, asentado sobre un fundamento seguro.
-          El fracaso de los filósofos anteriores está en que no han sabido encontrar ese método que permita llegar a la verdad absoluta sin posibilidad de error.
Las reglas del método cartesiano.
-          Escribe Descartes: “Por método entiendo las reglas ciertas y fáciles que hacen imposible tomar por verdadero lo que es falso y (…) sin malgastar inútilmente las fuerzas de la razón, hacen avanzar progresivamente la ciencia para llegar al conocimiento verdadero”.
-          Este método logrará una verdadera certeza evitando los raciocinios largos: será a base de razonamientos intuitivos y concretos, porque en ellos es imposible el error. Ha de haber orden, sencillez y claridad.
-          Las reglas del método cartesiano son:
§  Regla de evidencia: claridad y distinción.
·         «No admitir nunca nada como verdadero, si antes no se conoce que lo es con evidencia; es decir, evitar con cuidado la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviese ninguna ocasión para dudar de ello».
·         Se trata del criterio de verdad. Es verdadero lo que es claro y distinto.
§  Regla de división o de análisis.
·         «Dividir cada una de las dificultades que voy a examinar en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor».
·         Se trata de alcanzar las primeras verdades indubitables, que habrán de ser, recuperando la primera regla, evidentes.
§  Regla de síntesis (deducción).
·         «Conducir por orden mis pensamientos, empezando por los objetos más sencillos y más fáciles de conocer, para subir gradualmente hasta el conocimiento de los más complejos».
·         La regla del análisis exige la de la síntesis como su complemento. El encadenamiento de las ideas previamente analizadas ha de llevarse a cabo mediante conexiones evidentes, es decir utilizando la deducción que encadena unas ideas a otras por necesidad no sólo extraída de la lógica sino además de las evidencias de nuestros análisis de la realidad, con lo que el conocimiento puede ir ampliándose.
§  Regla de enumeración.
·         Como el espíritu humano es muy limitado y tendente a precipitarse, es preciso salvaguardarse de esta madre de todos los errores haciendo «enumeraciones tan completas y previsiones tan generales hasta estar seguro de no omitir nada».
·         Los procesos de análisis y síntesis deben ser repasados cuidadosamente para no omitir nada y, además, ha de recogerse en este repaso el conjunto de los datos de forma que llegue a construir una visión global (ella misma intuitiva) donde se contenga el complejo proceso en su unidad.
-          Las cuatro reglas se soportan, en definitiva, sobre la necesidad de la evidencia. Pero ¿qué evidencia? Para responder a esto, Descartes desplegará todo el arsenal de dudas posibles hasta encontrar un punto de apoyo indubitable.
7.3.             El punto de partida: la duda.
-          Descartes quiere llegar a distinguir lo verdadero de lo falso y poder encontrar así el fundamento sólido de la certeza, que es la “idea clara y distinta”.
-          Pero, para llegar a la certeza absoluta hay que empezar dudando.                                          ¿Cómo es la duda cartesiana?
§  Universal > Hay que dudar de todo; hay que someter a duda todas las certezas que ha habido hasta ahora y todos los principios filosóficos en los que se apoyaban.
§  Metódica > La duda cartesiana no es escéptica. La duda escéptica es estacionaria (se convierte en un estado permanente, un hábito de pensamiento). Sin embargo, la duda cartesiana quiere ser un instrumento para alcanzar la verdad, por eso la llamamos “metódica” aunque este término no fue empleado por Descartes.
§  Teorética > En el sentido de que no debe extenderse al plano de las creencias o comportamientos éticos (“Discurso del Método” 3), sólo al plano de la teoría o reflexión filosófica; los que se propone Descartes es re-pensar la filosofía desde sus fundamentos.
-          ¿De qué duda Descartes en concreto?
§  Duda del saber tradicional. En primer lugar ha de dudarse del saber tradicional, pues en múltiples ocasiones nos ha engañado. No puede ser este saber el fundamento del conocimiento puesto que no tenemos medio seguro de saber cuándo nos engaña y cuándo no. La cultura tradicional se ha basado en los argumentos de autoridad, que habrá que abandonar.
§  Duda de los sentidos. Los sentidos nos engañan a menudo. La experiencia sensible no puede ser tampoco el fundamento buscado. Lo que nos engaña alguna vez puede engañarnos más veces.
§  Duda de los propios razonamientos. Nuestro entendimiento se puede equivocar cuando razona. El hecho es que el entendimiento discurre en ocasiones a la luz de razonamientos falsos y demostraciones erróneas.
§  Duda del mundo exterior. Si a veces es imposible distinguir la realidad exterior del sueño, ¿cómo podríamos estar ciertos de que exista ese mundo exterior? Lo percibimos como real…, pero eso también nos ha pasado durante el sueño y creíamos que era real.
§  Duda de sí mismo. Parece que las verdades matemáticas serían un saber indubitable (incluso dentro de un sueño), pero si la duda ha de ser hiperbólica o llevada hasta sus últimas consecuencias, pudiera ser, dice Descartes, que hubiera en nuestro interior un “genio maligno, astuto y engañador”, que empleara su poder en engañarnos para hacernos ver como cierto lo que en realidad es falso. Quizás nos engaña y nos hace creer falsamente que las matemáticas son verdaderas, por tanto, tampoco este saber es seguro y absoluto.
-          Ya en vida de Descartes surgieron muchas controversias acerca del sentido de su duda: ¿es real, ficticia, positiva, negativa, un callejón sin salida…?
-          En cualquier caso, lo que Descartes pretende es llegar a una verdad que pueda ser creída por sí misma, independientemente de toda tradición o autoridad. Y una verdad de la que se deduzcan las demás verdades…, según un método definido.
7.4.             El resultado de la duda. El “Cogito”.
-          Con la duda, Descartes ha barrido todas las opiniones, ha dejado en suspenso toda verdad, menos las verdades de la fe y las normas de la moral “para seguir viviendo…”.
-          Pero hay una certeza que resiste todos los ataques de la duda: es el hecho simultáneo del propio pensamiento y de la propia existencia. Podemos dudar de todo, pero no podemos dudar de que estamos dudando; no puedo dudar de mi pensamiento y mi pensamiento se da porque se da mi existencia.
-          Con el “Cogito ergo sum” (“je pense donc je suis”), “pienso luego existo” Descartes encuentra el principio buscado. La idea clara y distinta. La base para construir todo el edificio de la filosofía y deducir de ella todas las demás verdades.
-          Ya San Agustín había realizado un análisis existencial parecido a éste. En “La Ciudad de Dios” dice: “¿Pues qué si te engañas?; Si me engaño soy?” Algo muy similar al “Cogito”. Y en otro lugar añade: “Si tu no existieras, en modo alguno podrías engañarte”. Resulta claro, por consiguiente, el influjo de San Agustín en Descartes.
7.5.             Análisis del “Cogito”.
-          En el “Cogito” hay dos elementos claros:
§  Pensar:
·         Para Descartes no es un puro acto mental.
·         Pensar es un conjunto de cosas. En la 2ª de sus “Meditaciones Metafísicas” escribe: “¿Qué soy? Una cosa que piensa; ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere y también imagina y siente”.
§  Existir:
·         Descartes parte de su propia interioridad, de los pensamientos que descubre en sí mismo, y a partir de ahí llega a la existencia,
·         El yo como un pensamiento que existe.
-          Las características del “Cogito” podría decirse que son estas:
§  No es un silogismo. Es una intuición mental (sin deducción).
§  Es una idea clara y distinta;
·         Una idea que se manifiesta sin oscuridad…
·         Una idea separada de cualquier otra idea; simple, elemental…
·         Una idea que se impone con evidencia inmediata, sin necesidad de ningún raciocinio. Es un hecho de conciencia inmediata y primario que equivale a “yo soy pensando, yo soy una cosa que piensa”.
§  Es una verdad inmutable verdad de la que no se puede dudar y sobre ella Descartes quiere asentar todo el edificio de la filosofía.
7.6.             Subjetividad (“res cogitans”) y problema del solipsismo
-          De todo el proceso mental anterior, Descartes ha alcanzado un punto incuestionable: la existencia de un yo pensante, es decir de una substancia que piensa, una “res cogitans”, un alma.
-          Descartes concluye que puede dudar de la existencia del cuerpo y del mundo que nos rodea (porque tiene información de ellos a través de los sentidos, que no son fiables), pero no puede dudar de la existencia del propio pensamiento (porque piensa), no puede dudar de la subjetividad.
-           ¿Qué es la subjetividad? Es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones… que fluyen en mi yo.
-          Ahora bien, no tenemos la seguridad de que nuestras representaciones subjetiva se correspondan necesariamente con hechos del mundo exterior. Por ejemplo, ¿la idea que tengo yo de mi cuerpo se corresponde con la realidad? No lo sé con certeza.
-          Consiguientemente, el gran reto de Descartes consistiría en encontrar la manera de saber que sus (nuestras) ideas sobre el mundo no son sueños ni ilusiones. Dicho de otra manera; el problema de Descartes consistiría en encontrar la manea de salir de la propia subjetividad y llegar a saber si hay realidades objetiva                    extra-mentales y cómo son.
7.7.             Clasificación y análisis de las ideas.
-          Como acabamos de ver, el yo piensa diferentes ideas. ¿En qué consisten dichas ideas?  Descartes las estudia y clasifica de la siguiente manera:
§  Ideas adventicias.
·         Son las que parecen provenir de nuestra experiencia externa: cómo son los árboles, los hombres, las cosas, etc.
·         Nuestro pensamiento las capta de fuera, a través de las sensaciones.
·         Éstas fácilmente pueden resultar erróneas, ya que muchas veces tenemos ideas diferentes sobre un mismo objeto; el Sol aparece como un pequeño disco luminoso a mi mirada, pero a los ojos de un astrónomo es algo muy diferente.
§  Ideas facticias.
·         Son las que provienen de nuestra imaginación y voluntad.
·         Pueden construirse a partir de estas dos facultades, aun cuando no tengan una existencia real, o de otras ideas. Por ejemplo, un caballo con alas.
§  Ideas innatas.
·         El entendimiento posee por sí mismo estas ideas, las tiene por naturaleza.
·         No son construidas por nosotros, tampoco proceden de la experiencia, sino que las encontramos en nosotros…
·         Estas ideas innatas son también claras y distintas.
·         Veremos enseguida que la idea de Dios es la más eminente idea innata; también son ideas innatas la idea de causa, la idea de substancia o la idea de número.

-          A la vez, Descartes distingue en las ideas un doble aspecto: su aspecto formal y su aspecto objetivo:
§  En su “aspecto formal” todas las ideas son iguales > “modos de pensamiento”.
§  En su “aspecto objetivo” sin embargo, la realidad de las ideas varía según el contenido de las mismas:
·         Hay ideas que representan substancias.
·         Hay ideas que representan accidentes.
-          Las ideas que representan substancias tienen mayor realidad objetiva que las ideas de accidentes. 
7.8.  Dios como garante de la posibilidad del conocimiento de la realidad extramental.
-          Dentro de las ideas de substancia, la de Dios es la mayor. Y al ser la mayor esta idea no es justificables desde el yo que piensa porque:
§  En la causa eficiente debe haber tanta realidad como en el efecto de la misma.
§  No puede algo proceder de la nada, ni lo que es perfecto de lo que es imperfecto.
§  La realidad objetiva de las ideas ha de estar formalmente en la causa.
§  Aunque una idea pueda originarse en otra, no cabe recurso al infinito, es preciso llegar a una primera idea.
-          En conclusión, hay una idea cuya realidad objetiva es tan grande que no se puede explicar desde el yo pensante como causa formal. 

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