7.1.
Enfoque:
Desengaño filosófico y necesidad de método.
-
El primer paso en su filosofía lo da Descartes
al desengañarse de los estudios realizados, sintiéndose torturado desde su
juventud por haber aceptado una serie de verdades como ciertas sin haberlas
comprobado personalmente (Vs. argumentos de autoridad).
-
Se despide del colegio jesuita de La Fléche con
un profundo desengaño respecto de la mayor parte de las ciencias, excepto de
las matemáticas. Abandona los estudios y se dedica a “leer en el gran libro del
mundo”, viajando…
-
La necesidad de un método en filosofía ya se
había sentido en el Renacimiento. F. Bacon la puso de relieve (“Novum Organum”), pero en Descartes es ya
una preocupación primordial: convencido de la certeza y seguridad de las
matemáticas, quiere emplear en filosofía un método que conduzca a la misma
seguridad.
7.2.
El método
cartesiano.
¿Cómo
es el método de Descartes?
-
Como el método más exacto es el matemático, este
será el preferido; un método que nos haga llegar por medio de la deducción, de
una verdad cierta a las demás verdades. Así se podrá construir un edificio
filosófico sólido, como un verdadero árbol de la ciencia, asentado sobre un
fundamento seguro.
-
El fracaso de los filósofos anteriores está en
que no han sabido encontrar ese método que permita llegar a la verdad absoluta
sin posibilidad de error.
Las reglas del método
cartesiano.
-
Escribe Descartes: “Por método entiendo las
reglas ciertas y fáciles que hacen imposible tomar por verdadero lo que es
falso y (…) sin malgastar inútilmente las fuerzas de la razón, hacen avanzar
progresivamente la ciencia para llegar al conocimiento verdadero”.
-
Este método logrará una verdadera certeza
evitando los raciocinios largos: será a base de razonamientos intuitivos y
concretos, porque en ellos es imposible el error. Ha de haber orden, sencillez
y claridad.
-
Las reglas del método cartesiano son:
§
Regla de evidencia: claridad y distinción.
·
«No admitir nunca nada como verdadero, si antes
no se conoce que lo es con evidencia; es decir, evitar con cuidado la
precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo
que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviese
ninguna ocasión para dudar de ello».
·
Se trata del criterio de verdad. Es verdadero lo
que es claro y distinto.
§
Regla de división o de análisis.
·
«Dividir cada una de las dificultades que voy a
examinar en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor».
·
Se trata de alcanzar las primeras verdades
indubitables, que habrán de ser, recuperando la primera regla, evidentes.
§
Regla de síntesis (deducción).
·
«Conducir por orden mis pensamientos, empezando
por los objetos más sencillos y más fáciles de conocer, para subir gradualmente
hasta el conocimiento de los más complejos».
·
La regla del análisis exige la de la síntesis
como su complemento. El encadenamiento de las ideas previamente analizadas ha
de llevarse a cabo mediante conexiones evidentes, es decir utilizando la deducción
que encadena unas ideas a otras por necesidad no sólo extraída de la lógica
sino además de las evidencias de nuestros análisis de la realidad, con lo que
el conocimiento puede ir ampliándose.
§
Regla de enumeración.
·
Como el espíritu humano es muy limitado y
tendente a precipitarse, es preciso salvaguardarse de esta madre de todos los
errores haciendo «enumeraciones tan completas y previsiones tan generales hasta
estar seguro de no omitir nada».
·
Los procesos de análisis y síntesis deben ser
repasados cuidadosamente para no omitir nada y, además, ha de recogerse en este
repaso el conjunto de los datos de forma que llegue a construir una visión
global (ella misma intuitiva) donde se contenga el complejo proceso en su
unidad.
-
Las cuatro reglas se soportan, en definitiva,
sobre la necesidad de la evidencia. Pero ¿qué evidencia? Para responder a esto,
Descartes desplegará todo el arsenal de dudas posibles hasta encontrar un punto
de apoyo indubitable.
7.3.
El punto
de partida: la duda.
-
Descartes quiere llegar a distinguir lo
verdadero de lo falso y poder encontrar así el fundamento sólido de la certeza,
que es la “idea clara y distinta”.
-
Pero, para llegar a la certeza absoluta hay que
empezar dudando. ¿Cómo
es la duda cartesiana?
§
Universal > Hay que dudar de todo; hay que
someter a duda todas las certezas que ha habido hasta ahora y todos los
principios filosóficos en los que se apoyaban.
§
Metódica > La duda cartesiana no es
escéptica. La duda escéptica es estacionaria (se convierte en un estado
permanente, un hábito de pensamiento). Sin embargo, la duda cartesiana quiere
ser un instrumento para alcanzar la verdad, por eso la llamamos “metódica”
aunque este término no fue empleado por Descartes.
§
Teorética > En el sentido de que no debe
extenderse al plano de las creencias o comportamientos éticos (“Discurso del
Método” 3), sólo al plano de la teoría o reflexión filosófica; los que se
propone Descartes es re-pensar la filosofía desde sus fundamentos.
-
¿De qué duda Descartes en concreto?
§
Duda del saber tradicional. En primer lugar ha
de dudarse del saber tradicional, pues en múltiples ocasiones nos ha engañado.
No puede ser este saber el fundamento del conocimiento puesto que no tenemos
medio seguro de saber cuándo nos engaña y cuándo no. La cultura tradicional se
ha basado en los argumentos de autoridad, que habrá que abandonar.
§
Duda de los sentidos. Los sentidos nos engañan a
menudo. La experiencia sensible no puede ser tampoco el fundamento buscado. Lo
que nos engaña alguna vez puede engañarnos más veces.
§
Duda de los propios razonamientos. Nuestro
entendimiento se puede equivocar cuando razona. El hecho es que el
entendimiento discurre en ocasiones a la luz de razonamientos falsos y
demostraciones erróneas.
§
Duda del mundo exterior. Si a veces es imposible
distinguir la realidad exterior del sueño, ¿cómo podríamos estar ciertos de que
exista ese mundo exterior? Lo percibimos como real…, pero eso también nos ha
pasado durante el sueño y creíamos que era real.
§
Duda de sí mismo. Parece que las verdades
matemáticas serían un saber indubitable (incluso dentro de un sueño), pero si
la duda ha de ser hiperbólica o llevada hasta sus últimas consecuencias,
pudiera ser, dice Descartes, que hubiera en nuestro interior un “genio maligno,
astuto y engañador”, que empleara su poder en engañarnos para hacernos ver como
cierto lo que en realidad es falso. Quizás nos engaña y nos hace creer
falsamente que las matemáticas son verdaderas, por tanto, tampoco este saber es
seguro y absoluto.
-
Ya en vida de Descartes surgieron muchas
controversias acerca del sentido de su duda: ¿es real, ficticia, positiva,
negativa, un callejón sin salida…?
-
En cualquier caso, lo que Descartes pretende es
llegar a una verdad que pueda ser creída por sí misma, independientemente de
toda tradición o autoridad. Y una verdad de la que se deduzcan las demás
verdades…, según un método definido.
7.4.
El
resultado de la duda. El “Cogito”.
-
Con la duda, Descartes ha barrido todas las
opiniones, ha dejado en suspenso toda verdad, menos las verdades de la fe y las
normas de la moral “para seguir viviendo…”.
-
Pero hay una certeza que resiste todos los
ataques de la duda: es el hecho simultáneo del propio pensamiento y de la
propia existencia. Podemos dudar de todo, pero no podemos dudar de que estamos
dudando; no puedo dudar de mi pensamiento y mi pensamiento se da porque se da
mi existencia.
-
Con el “Cogito ergo sum” (“je pense donc je
suis”), “pienso luego existo” Descartes encuentra el principio buscado. La idea
clara y distinta. La base para construir todo el edificio de la filosofía y
deducir de ella todas las demás verdades.
-
Ya San Agustín había realizado un análisis
existencial parecido a éste. En “La Ciudad de Dios” dice: “¿Pues qué si te
engañas?; Si me engaño soy?” Algo muy similar al “Cogito”. Y en otro lugar
añade: “Si tu no existieras, en modo alguno podrías engañarte”. Resulta claro,
por consiguiente, el influjo de San Agustín en Descartes.
7.5.
Análisis
del “Cogito”.
-
En el “Cogito” hay dos elementos claros:
§
Pensar:
·
Para Descartes no es un puro acto mental.
·
Pensar es un conjunto de cosas. En la 2ª de sus
“Meditaciones Metafísicas” escribe: “¿Qué soy? Una cosa que piensa; ¿qué es una
cosa que piensa? Es una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega,
quiere, no quiere y también imagina y siente”.
§
Existir:
·
Descartes parte de su propia interioridad, de
los pensamientos que descubre en sí mismo, y a partir de ahí llega a la
existencia,
·
El yo como un pensamiento que existe.
-
Las características del “Cogito” podría decirse
que son estas:
§
No es un silogismo. Es una intuición mental (sin
deducción).
§
Es una idea clara y distinta;
·
Una idea que se manifiesta sin oscuridad…
·
Una idea separada de cualquier otra idea;
simple, elemental…
·
Una idea que se impone con evidencia inmediata,
sin necesidad de ningún raciocinio. Es un hecho de conciencia inmediata y
primario que equivale a “yo soy pensando, yo soy una cosa que piensa”.
§
Es una verdad inmutable verdad de la que no se
puede dudar y sobre ella Descartes quiere asentar todo el edificio de la
filosofía.
7.6.
Subjetividad
(“res cogitans”) y problema del solipsismo
-
De todo el proceso mental anterior, Descartes ha
alcanzado un punto incuestionable: la existencia de un yo pensante, es decir de
una substancia que piensa, una “res cogitans”, un alma.
-
Descartes concluye que puede dudar de la
existencia del cuerpo y del mundo que nos rodea (porque tiene información de
ellos a través de los sentidos, que no son fiables), pero no puede dudar de la
existencia del propio pensamiento (porque piensa), no puede dudar de la
subjetividad.
-
¿Qué es
la subjetividad? Es el conjunto de pensamientos, ideas, representaciones… que
fluyen en mi yo.
-
Ahora bien, no tenemos la seguridad de que
nuestras representaciones subjetiva se correspondan necesariamente con hechos
del mundo exterior. Por ejemplo, ¿la idea que tengo yo de mi cuerpo se
corresponde con la realidad? No lo sé con certeza.
-
Consiguientemente, el gran reto de Descartes
consistiría en encontrar la manera de saber que sus (nuestras) ideas sobre el
mundo no son sueños ni ilusiones. Dicho de otra manera; el problema de
Descartes consistiría en encontrar la manea de salir de la propia subjetividad
y llegar a saber si hay realidades objetiva extra-mentales y cómo son.
7.7.
Clasificación
y análisis de las ideas.
-
Como acabamos de ver, el yo piensa diferentes
ideas. ¿En qué consisten dichas ideas?
Descartes las estudia y clasifica de la siguiente manera:
§
Ideas adventicias.
·
Son las que parecen provenir de nuestra
experiencia externa: cómo son los árboles, los hombres, las cosas, etc.
·
Nuestro pensamiento las capta de fuera, a través
de las sensaciones.
·
Éstas fácilmente pueden resultar erróneas, ya
que muchas veces tenemos ideas diferentes sobre un mismo objeto; el Sol aparece
como un pequeño disco luminoso a mi mirada, pero a los ojos de un astrónomo es
algo muy diferente.
§
Ideas facticias.
·
Son las que provienen de nuestra imaginación y
voluntad.
·
Pueden construirse a partir de estas dos
facultades, aun cuando no tengan una existencia real, o de otras ideas. Por
ejemplo, un caballo con alas.
§
Ideas innatas.
·
El entendimiento posee por sí mismo estas ideas,
las tiene por naturaleza.
·
No son construidas por nosotros, tampoco proceden
de la experiencia, sino que las encontramos en nosotros…
·
Estas ideas innatas son también claras y
distintas.
·
Veremos enseguida que la idea de Dios es la más
eminente idea innata; también son ideas innatas la idea de causa, la idea de
substancia o la idea de número.
-
A la vez, Descartes distingue en las ideas un
doble aspecto: su aspecto formal y su aspecto objetivo:
§
En su “aspecto formal” todas las ideas son
iguales > “modos de pensamiento”.
§
En su “aspecto objetivo” sin embargo, la
realidad de las ideas varía según el contenido de las mismas:
·
Hay ideas que representan substancias.
·
Hay ideas que representan accidentes.
-
Las ideas que representan substancias tienen
mayor realidad objetiva que las ideas de accidentes.
7.8. Dios como garante de la posibilidad del conocimiento de la realidad extramental.
7.8. Dios como garante de la posibilidad del conocimiento de la realidad extramental.
-
Dentro de las ideas de substancia, la de Dios es
la mayor. Y al ser la mayor esta idea no es justificables desde el yo que
piensa porque:
§
En la causa eficiente debe haber tanta realidad
como en el efecto de la misma.
§
No puede algo proceder de la nada, ni lo que es
perfecto de lo que es imperfecto.
§
La realidad objetiva de las ideas ha de estar
formalmente en la causa.
§
Aunque una idea pueda originarse en otra, no
cabe recurso al infinito, es preciso llegar a una primera idea.
-
En conclusión, hay una idea cuya realidad
objetiva es tan grande que no se puede explicar desde el yo pensante como causa
formal.
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