"Parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para su salud o fuerza, sino para vivir bien en general." (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, Cap. 5)

martes, 15 de noviembre de 2016

DIALÉCTICOS Y ANTIDIALÉCTICOS



1.2. Dialécticos y antidialécticos. La cuestión de los universales.
El debate filosófico durante la Escolástica temprana se centró en:
-          El problema entre fe y razón.
o   Dialécticos > defendían que la fe fe debe ser analizada bajo los supuestos de la razón. La de los dialécticos constituyó una tendencia minoritaria, pues la mayoría de los autores no opondrán nunca las verdades de la fe al ejercicio de la razón. Entre los dialécticos destaca Berengario de Tours, del s. XII, que intentó razonar el misterio de la Eucaristía y llegó a conclusiones heréticas condenadas en la época.
o   Antidialécticos > Defendían la primacía de la fe sobre la razón y que esta debe subordinarse a aquella, para aclarar, en lo posible, sus verdades. Entre los antidialécticos sobresalió Pedro Damián, s. XI, que criticó con dureza las tesis dialécticas. Es celebre su definición de la filosofía como “esclava de la teología”.
Dialécticos y antidialécticos utilizaron la lógica aristotélica para sus argumentaciones. Se hacía necesaria una postura intermedia, pues fe y razón no deben ser enfrentadas sino armonizadas. Esta tarea de reconciliación entre fe y razón será objeto de la reflexión de Tomás de Aquino.
-          La discusión sobre los universales.
En cuanto a la cuestión de los universales, recordemos, para comprender el alcance de esta discusión, los siguientes aspectos:
o   Platón defendía un realismo exagerado, según el cual las ideas son causas de las cosas. Si existen los árboles, es porque participan de la idea de arboreidad. Las ideas platónicas son universales, con realidad propia. Existe la idea de arboreidad, así como la de belleza, justicia, bien, etc…
En el siglo XII, ese realismo exagerado será defendido, entre otros, por Guillermo de Chapeaux.
o   Aristóteles, con su crítica al dualismo platónico, defendía un realismo moderado. El universal existe en las cosas aunque no se identifique con ellas; es la esencia de las cosas y, al mismo tiempo, es objeto del conocimiento.
El realismo moderado lo representó en el siglo XII Pedro Abelardo y en el XIII Santo Tomás de Aquino.
No obstante, debemos mencionar una nueva posibilidad de argumentación, denominada nominalismo.
o   Para el nominalismo, representado entre otros por Roscelino de Compiége (siglo XII), los universales son “flatus vocis”; voces o nombres inventados por los hombres para designar una pluralidad de cosas que poseen características parecidas. Así, los nominalistas afirmaban lo no existencia de la belleza como tal, sino solo la existencia de cosas bellas. La belleza, como universal, es sólo una palabra.
Guillermo de Ockham condujo al nominalismo a sus últimas consecuencias en el sigloXIV.
¿Qué repercusiones trajo consigo la polémica de los universales en el telón de fondo filosófico de la época medieval, que no es otro que el de las relaciones entre fe y razón?
Durante los siglos XI y XII, del conjunto de la obra de Aristóteles sólo se conocía la Lógica y, con los rudimentos de esta, se analizaban las relaciones entre los universales y la realidad. Sin embargo, la realidad debe ser estudiada desde un punto de vista metafísico y no lógico, pues la lógica no se ocupa de la realidad en sí, sino de las cosas que forman parte de esa realidad en tanto que son pensadas, sin considerar las cosas mismas.
Así, desde el punto de vista nominalista, la belleza no existiría. Sólo existirían cosas bellas, es decir, cosas concretas, sensibles, que etiquetamos bajo el nombre de “belleza”.
¿Qué ocurre, entonces, con verdades de la fe como la inmortalidad del alma, la existencia de Dios, etc., que no pueden ser objeto de ninguna demostración, pues no son cosas concretas, sensibles?
Se produce así una escisión definitiva entre fe y razón.
En este contexto debemos recordar a Roscelino, que afirmó que debían existir tres dioses; uno por cada una de las personas de la Trinidad. Si cada una de las personas es Dios, como no existe una naturaleza universal, no puede existir un solo Dios, sino tres.
Sólo desde la metafísica, como propondrá Santo Tomás de Aquino, se podrá solucionar esta dificultad.
Por otra parte, en esta época imperaba la filosofía de San Agustín que, teñida de fuertes influencias neoplatónicas, concedía a los universales un rango de realismo exagerado. En resumen: el universal se halla contenido en la mente de Dios y, por tanto, sólo desde la teología es posible una adecuada reflexión sobre cualquier problema filosófico.
De nuevo, será Santo Tomás quien establezca el necesario equilibrio entre teología y filosofía.

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