"Parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para su salud o fuerza, sino para vivir bien en general." (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, Cap. 5)

viernes, 7 de octubre de 2016

BIOGRAFÍA Y CONTEXTOS DE ARISTÓTELES.





1.       Biografía y contextos del autor y su obra.
Nacido en Estagira (Macedonia), fundada por los jonios (griegos de rancio abolengo), Aristóteles (384-322 a.C.) es considerado siempre en Atenas como un “meteco” (extranjero), razón por la que frecuentemente se le alude como “El Estagirita”. Hijo de Nicómaco, médico de la corte que le enseñó a valorar y apreciar la naturaleza, observación y experimentación son las bases de su empirismo. A los diecisiete años de edad, huérfano de padre, Aristóteles es enviado a estudiar en la Academia de Platón, permaneciendo en ella veinte años, primero como alumno y luego como profesor de retórica. No obstante, maestro y discípulo son muy distintos; mientras Platón trata de alcanzar el Bien, Aristóteles se empeña en buscar la Verdad, de ahí la discrepancia que tan bien supo reflejar Rafael en su fresco de “La escuela de Atenas”. A la muerte de Platón, Aristóteles sale de Atenas en dirección a Misia (Asia Menor), donde estuvo tres años y contrajo matrimonio con una sobrina del tirano Hermias. Posteriormente pasaría otros dos años en Mitilene, en la isla de Lesbos. En 355 a.C. Aristóteles funda su propia escuela, el Liceo, local alquilado, pues como extranjero no puede tener propiedades. En 342 a.C. es llamado por Filipo II de Macedonia para encargarse de la educación de su hijo Alejandro. Perseguido por los antimacedonios, tras la muerte de Alejandro Magno en 323 a.C. Aristóteles abandona Atenas (“me voy para que los atenienses no pequen de nuevo contra la filosofía”) y se instala en Calcis, donde encontraría la muerte en 322 a.C.

1.1. Contexto histórico.
En Grecia se suceden las guerras entre polis y se produce el fin de la hegemonía ateniense a la par que el florecimiento de Macedonia, donde reina Amintas IV, quien por ser un niño, tiene como regente a su tío Filipo II, que le sucederá definitivamente en el trono. Filipo II lleva a cabo una política peligrosamente expansionista, convirtiéndose después de la batalla de Queronea (338 a.C.) en Señor de Grecia. Los atenienses temen por su independencia (Demóstenes pronuncia sus famosas “Filípicas”), pero Filipo II es asesinado (336 a.C.) por uno de sus generales. Le sucede en el trono de Macedonia un jovencísimo Alejandro, que siguiendo el expansionismo de su padre, crea todo un imperio que llega hasta el Índico.
Tras la temprana muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) se inicia la época helenística de la historia de la Grecia antigua. El helenismo supone la decadencia de las polis y las ciudades pierden el carácter de marco de referencia de la vida de los individuos. Ciertamente el mundo se amplía con la visión cosmopolita del helenismo, pero el ciudadano ya no decide, no vive en democracia y sólo cuenta con su vida privada. Frente a Alejandro, Aristóteles defiende la polis, lo que provocó un enfrentamiento y lesionó su relación.

1.2. Contexto socio-cultural.
La sociedad del momento sigue siendo esclavista y a su justificación dedica Aristóteles parte de sus escritos en la “Política”. Como sabemos, la Grecia del siglo IV a.C. está constituida por un conjunto de polis mal avenidas, con serios problemas de convivencia e incapaces de incrementar sus recursos naturales, creciendo la inestabilidad porque los griegos no supieron o no quisieron potenciar más lo que les unía que lo que les separaba (de otro modo hubieran sido imbatibles).
Los atenienses se dividieron en promacedonios y antimacedonios. El saqueo de Olinto mandado por Filipo II marcó el inicio de esta antipatía entre los atenienses que, acostumbrados a decidir sobre su destino, no encajan bien las pretensiones de que su voluntad sea suplantada por la figura de un rey que piense y decida por ellos.
Con las conquistas de Alejandro, la ciudad no desaparece, pero se transforma profundamente. Aumenta el bienestar de la burguesía y se extienden las preocupaciones culturales: las escuelas se multiplican (los más ricos mandan a sus hijos a estudiar a Atenas) y otro tanto ocurre con la religión y el arte. Se adquieren caracteres nuevos en contacto con las culturas orientales y todo ello va a provocar un cierto eclecticismo…
Frente al “idealismo racionalista” se da un sensualismo creciente. En escultura destaca Lisipo, en pintura Apeles y en arquitectura Lisícrates. Como grandes oradores sobresalen Isócrates (nada que ver con los sofistas, digno discípulo de Sócrates y Platón que ve la educación ética como algo imprescindible para el ciudadano) y Demóstenes (famoso por sus solemnes discursos políticos). En historiografía nos encontramos con Tucídides y Jenofonte… La cultura se imparte en escuelas y academias. Como ya se ha mencionado, Aristóteles funda la suya propia, el Liceo, con un marcado carácter científico; contaba con un gimnasio, un jardín botánico y un zoológico. Lamentablemente, igual que sucediera con la Academia de Platón, Justiniano ordenaría su cierre en 529.
Por su parte, el Estado crea museos y bibliotecas, donde se enseñan matemáticas, física, astronomía, biología, medicina….
Junto con las escuelas atenienses, surgen escuelas morales que vienen a satisfacer las nuevas inquietudes y dirigen sus reflexiones hacia un ideal de sabiduría centrada en la amistad, la ataraxia, la paz interior…
Si bien Atenas sigue siendo el centro de la filosofía, el resto de la cultura se descentraliza y dispersa. Alejandría sería el modelo. Lo que allí se hace no es filosofía, sino ciencia. Ambas disciplinas emprenden aquí, por vez primera, caminos separados.
A partir del siglo II a.C. la cultura se inserta en un ámbito socio-político distinto; el Imperio Romano. Occidente tomará conciencia de sus raíces griegas en conjunción con la influencia recibida de la tradición judeo-cristiana.

1.3. Contexto filosófico.
“La crisis de las polis” hace a Aristóteles plantearse la necesidad de una reforma que aborde los problemas reales frente a los planteamientos y las soluciones ideales y utópicas de Platón. Así pues, Aristóteles no buscará un modelo único, sino el mejor en cada circunstancia. Es un realista crítico.
Sin duda, la importancia filosófica del momento que tratamos es enorme, ya que coinciden en el tiempo los dos filósofos que más han influido en la historia de la filosofía occidental. Sus formas diferentes de entender la realidad echarán las bases de dos corrientes de pensamiento (racionalismo y empirismo) que han llegado hasta nuestros días.
Frente al “idealismo racionalista” de Platón, Aristóteles pretendió la realización de lo posible en un mundo de seres perfectibles, representando un esfuerzo heroico por salvar la situación cuando la polis estaba en el límite. Así, el pensamiento del Estagirita se presenta como una alternativa al de Platón haciendo caer la teoría de las ideas, la unidad de filosofía y política y la importancia de recorrer el proceso dialéctico para alcanzar el conocimiento pleno. Conservará de su maestro el sentido teleológico y el carácter universal y necesario de la ciencia, pero a diferencia de aquel, entenderá la ciencia como un saber articulado en diversas disciplinas particulares, cada una de las cuales es autónoma, abarcando en su conjunto todos los aspectos de la realidad (cada una se centra en un ámbito de lo real con un fundamento común y un método; todas ellas con valor de saber y no sólo de mera opinión como sostenía Platón).
No es de extrañarse que Diógenes Laercio pusiera en labios de Platón la siguiente expresión: “Aristóteles me ha coceado igual que hacen los recién nacidos con sus madres”.  Con todo, Aristóteles pudo llevar a cabo uno de los grandes objetivos de la Academia; la formación de los futuros gobernantes, en su caso Alejandro Magno, aunque ambos discreparan sobre la forma de gobernar.
Tras la muerte de Aristóteles, cobrarían prestigio las escuelas: la Estoa de Zenón y el Jardín de Epicuro. Se abandona la preocupación más teórica y se vuelve la mirada hacia la filosofía práctica, especialmente enfocada hacia la ética, en la que se quiere ver el remedio contra los males humanos. La filosofía se concibe entonces casi como una terapia.

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