1.
Biografía y contextos del autor y su obra.
Nacido en Estagira (Macedonia), fundada por
los jonios (griegos de rancio abolengo), Aristóteles (384-322 a.C.) es
considerado siempre en Atenas como un “meteco” (extranjero), razón por la que frecuentemente
se le alude como “El Estagirita”. Hijo de Nicómaco, médico de la corte que le
enseñó a valorar y apreciar la naturaleza, observación y experimentación son
las bases de su empirismo. A los diecisiete años de edad, huérfano de padre,
Aristóteles es enviado a estudiar en la Academia de Platón, permaneciendo en
ella veinte años, primero como alumno y luego como profesor de retórica. No
obstante, maestro y discípulo son muy distintos; mientras Platón trata de
alcanzar el Bien, Aristóteles se empeña en buscar la Verdad, de ahí la
discrepancia que tan bien supo reflejar Rafael en su fresco de “La escuela de
Atenas”. A la muerte de Platón, Aristóteles sale de Atenas en dirección a Misia
(Asia Menor), donde estuvo tres años y contrajo matrimonio con una sobrina del
tirano Hermias. Posteriormente pasaría otros dos años en Mitilene, en la isla
de Lesbos. En 355 a.C. Aristóteles funda su propia escuela, el Liceo, local
alquilado, pues como extranjero no puede tener propiedades. En 342 a.C. es
llamado por Filipo II de Macedonia para encargarse de la educación de su hijo
Alejandro. Perseguido por los antimacedonios, tras la muerte de Alejandro Magno
en 323 a.C. Aristóteles abandona Atenas (“me voy para que los atenienses no
pequen de nuevo contra la filosofía”) y se instala en Calcis, donde encontraría
la muerte en 322 a.C.
1.1. Contexto histórico.
En Grecia se suceden las guerras entre polis
y se produce el fin de la hegemonía ateniense a la par que el florecimiento de
Macedonia, donde reina Amintas IV, quien por ser un niño, tiene como regente a
su tío Filipo II, que le sucederá definitivamente en el trono. Filipo II lleva
a cabo una política peligrosamente expansionista, convirtiéndose después de la
batalla de Queronea (338 a.C.) en Señor de Grecia. Los atenienses temen por su
independencia (Demóstenes pronuncia sus famosas “Filípicas”), pero Filipo II es
asesinado (336 a.C.) por uno de sus generales. Le sucede en el trono de
Macedonia un jovencísimo Alejandro, que siguiendo el expansionismo de su padre,
crea todo un imperio que llega hasta el Índico.
Tras la temprana muerte de Alejandro Magno
(323 a.C.) se inicia la época helenística de la historia de la Grecia antigua.
El helenismo supone la decadencia de las polis y las ciudades pierden el
carácter de marco de referencia de la vida de los individuos. Ciertamente el
mundo se amplía con la visión cosmopolita del helenismo, pero el ciudadano ya
no decide, no vive en democracia y sólo cuenta con su vida privada. Frente a
Alejandro, Aristóteles defiende la polis, lo que provocó un enfrentamiento y
lesionó su relación.
1.2. Contexto socio-cultural.
La sociedad del momento sigue siendo
esclavista y a su justificación dedica Aristóteles parte de sus escritos en la
“Política”. Como sabemos, la Grecia del siglo IV a.C. está constituida por un
conjunto de polis mal avenidas, con serios problemas de convivencia e incapaces
de incrementar sus recursos naturales, creciendo la inestabilidad porque los
griegos no supieron o no quisieron potenciar más lo que les unía que lo que les
separaba (de otro modo hubieran sido imbatibles).
Los atenienses se dividieron en promacedonios
y antimacedonios. El saqueo de Olinto mandado por Filipo II marcó el inicio de
esta antipatía entre los atenienses que, acostumbrados a decidir sobre su
destino, no encajan bien las pretensiones de que su voluntad sea suplantada por
la figura de un rey que piense y decida por ellos.
Con las conquistas de Alejandro, la ciudad no
desaparece, pero se transforma profundamente. Aumenta el bienestar de la
burguesía y se extienden las preocupaciones culturales: las escuelas se
multiplican (los más ricos mandan a sus hijos a estudiar a Atenas) y otro tanto
ocurre con la religión y el arte. Se adquieren caracteres nuevos en contacto
con las culturas orientales y todo ello va a provocar un cierto eclecticismo…
Frente al “idealismo racionalista” se da un
sensualismo creciente. En escultura destaca Lisipo, en pintura Apeles y en
arquitectura Lisícrates. Como grandes oradores sobresalen Isócrates (nada que
ver con los sofistas, digno discípulo de Sócrates y Platón que ve la educación
ética como algo imprescindible para el ciudadano) y Demóstenes (famoso por sus
solemnes discursos políticos). En historiografía nos encontramos con Tucídides
y Jenofonte… La cultura se imparte en escuelas y academias. Como ya se ha
mencionado, Aristóteles funda la suya propia, el Liceo, con un marcado carácter
científico; contaba con un gimnasio, un jardín botánico y un zoológico. Lamentablemente,
igual que sucediera con la Academia de Platón, Justiniano ordenaría su cierre
en 529.
Por su parte, el Estado crea museos y
bibliotecas, donde se enseñan matemáticas, física, astronomía, biología,
medicina….
Junto con las escuelas atenienses, surgen
escuelas morales que vienen a satisfacer las nuevas inquietudes y dirigen sus
reflexiones hacia un ideal de sabiduría centrada en la amistad, la ataraxia, la
paz interior…
Si bien Atenas sigue siendo el centro de la
filosofía, el resto de la cultura se descentraliza y dispersa. Alejandría sería
el modelo. Lo que allí se hace no es filosofía, sino ciencia. Ambas disciplinas
emprenden aquí, por vez primera, caminos separados.
A partir del siglo II a.C. la cultura se
inserta en un ámbito socio-político distinto; el Imperio Romano. Occidente
tomará conciencia de sus raíces griegas en conjunción con la influencia
recibida de la tradición judeo-cristiana.
1.3. Contexto filosófico.
“La crisis de las polis” hace a Aristóteles
plantearse la necesidad de una reforma que aborde los problemas reales frente a
los planteamientos y las soluciones ideales y utópicas de Platón. Así pues,
Aristóteles no buscará un modelo único, sino el mejor en cada circunstancia. Es
un realista crítico.
Sin duda, la importancia filosófica del
momento que tratamos es enorme, ya que coinciden en el tiempo los dos filósofos
que más han influido en la historia de la filosofía occidental. Sus formas
diferentes de entender la realidad echarán las bases de dos corrientes de
pensamiento (racionalismo y empirismo) que han llegado hasta nuestros días.
Frente al “idealismo racionalista” de Platón,
Aristóteles pretendió la realización de lo posible en un mundo de seres
perfectibles, representando un esfuerzo heroico por salvar la situación cuando
la polis estaba en el límite. Así, el pensamiento del Estagirita se presenta
como una alternativa al de Platón haciendo caer la teoría de las ideas, la
unidad de filosofía y política y la importancia de recorrer el proceso
dialéctico para alcanzar el conocimiento pleno. Conservará de su maestro el
sentido teleológico y el carácter universal y necesario de la ciencia, pero a
diferencia de aquel, entenderá la ciencia como un saber articulado en diversas
disciplinas particulares, cada una de las cuales es autónoma, abarcando en su
conjunto todos los aspectos de la realidad (cada una se centra en un ámbito de
lo real con un fundamento común y un método; todas ellas con valor de saber y
no sólo de mera opinión como sostenía Platón).
No es de extrañarse que Diógenes Laercio
pusiera en labios de Platón la siguiente expresión: “Aristóteles me ha coceado
igual que hacen los recién nacidos con sus madres”. Con todo, Aristóteles pudo llevar a cabo uno
de los grandes objetivos de la Academia; la formación de los futuros
gobernantes, en su caso Alejandro Magno, aunque ambos discreparan sobre la
forma de gobernar.
Tras la muerte de Aristóteles, cobrarían
prestigio las escuelas: la Estoa de Zenón y el Jardín de Epicuro. Se abandona
la preocupación más teórica y se vuelve la mirada hacia la filosofía práctica,
especialmente enfocada hacia la ética, en la que se quiere ver el remedio
contra los males humanos. La filosofía se concibe entonces casi como una
terapia.
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