"Parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para su salud o fuerza, sino para vivir bien en general." (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, Cap. 5)

viernes, 1 de febrero de 2013

KANT. ÚLTIMO APARTADO DE LOS APUNTES.

8. ¿Qué me cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Concepción kantiana del hombre, la historia y la religión.
-       Nos queda por conocer la respuesta de Kant a su tercera pregunta: ¿qué me cabe esperar?
-       Este “qué” guarda relación con el destino último del hombre, con la finalidad a la que apuntan todas las acciones morales.
-       Pues bien, la religión es la respuesta, pero sin que “religión” se agote en la mera dimensión religiosa, dado que el fin al que apunta la religión para Kant implica y exige la acción social y política para hacerse realidad en la historia.
-       ¿Cómo se explica todo esto? Vayamos por partes:
    1. Concepto kantiano del hombre.
-       Kant aplica la distinción fenómeno-noúmeno para explicar en qué consiste el hombre.
§  En tanto que fenómeno, el hombre está sometido a las leyes de la naturaleza y se explica como los demás objetos del mundo físico.
§  En tanto que noúmeno, el hombre es un ser libre y pertenece al ámbito de la moral. Consiguientemente, su tratamiento compete a la razón práctica, como hemos visto.
-       Por otra parte, Kant distingue en el hombre tres disposiciones fundamentales:
§  Disposición a la animalidad, que explica la capacidad técnica del hombre.
§  Disposición a la humanidad, que explica su pragmatismo.
§  Disposición a ser persona, que explica su capacidad moral.
-       Estas tres facultades o dimensiones son un reflejo de la estructura constitutiva del hombre: su faceta empírico-sensible  + su dimensión ético-social.
§  La primera (faceta empírico-sensible), muestra al hombre en tanto individuo cerrado sobre sí, como un objeto más entre otros. Son los aspectos que hacen del hombre, a veces, un ser poco social o antisocial.
§  La segunda (dimensión ético-social), incluye todos los aspectos que inducen al ser humano a formar parte de una comunidad, a relacionarse con otros individuos que son igual que él fines en sí mismos -el reino de los fines-.
Esto significa que la persona tiene para Kant un valor absoluto por el hecho de ser persona. Por eso es merecedora de todo respeto. Usar a las personas supone convertirlas en medios, instrumentalizarlas, e instrumentalizar a alguien supone, según Kant, negarle su dignidad. Recordemos a este respecto la formulación del imperativo categórico en la “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”: “Obra de tal forma que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca sólo como un medio”.
-       Con todo, el ser humano para Kant viene caracterizado por una «insociable sociabilidad» o una «sociable insociabilidad».
-       Claro que un concepto tan rico de ser humano como el de Kant lleva a considerar la historia y la religión como las dimensiones últimas en las que puede darse la realización humana.
b.      Concepción kantiana de la historia.
-       Kant concibe la historia como un desarrollo constante y progresivo, aunque lento, de las mejores disposiciones del género humano.
-       Asimismo, Kant se plantea hasta qué punto, bajo qué condiciones y cómo en la historia se puede hacer realidad una evolución de la comunidad humana hacia el Supremo Bien y habla de una «sociedad de ciudadanos del mundo» e invita a la acción práctico-política de la razón en la organización de la sociedad, para conducir a la mayor libertad posible.
-       Ciertamente, Kant no escribió nunca una gran obra de filosofía política, al estilo de sus Críticas, sino lo que se han considerado siempre “obras menores”, como “Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?”, “Idea de una Historia Universal en clave cosmopolita” o “Sobre la paz perpetua”…, donde quedan claramente reflejados eso sí, los ideales políticos y emancipatorios de la Ilustración.
-       En el conjunto de sus obras políticas, Kant sostiene que un hombre solo jamás podría desarrollar completamente todas las disposiciones originarias de la naturaleza humana. La tarea corresponde a la especie.
-       La esencia humana no puede realizarse si no es en sociedad. La sociedad, por tanto, debe ser un medio donde el hombre encuentre libertad y donde estén claros los límites de esa libertad.
-       Poder y Derecho, pues, deben aliarse para alcanzar este objetivo. Esta será una tarea siempre abierta, inalcanzable sin la colaboración de todos los Estados. Así, la idea de una liga de naciones, de una sociedad internacional, es el horizonte último al que apuntan las ideas de Kant para la consecución de una paz perpetua...
-       En efecto, la propuesta de Kant para lograr la paz perpetua se basa en la creación de una federación de Estados independientes. Cada uno de éstos, a su vez, debe ofrecer las garantías de un Estado de Derecho y sustentarse en una constitución republicana que garantice la libertad de sus ciudadanos, asegure la dependencia de todos respecto de una misma legislación y defienda la igualdad de sus súbditos.
-       De todo ello se puede deducir la siguiente idea: la paz no es un estado natural del hombre, sino que debe ser y cabe esperar que sea instaurada.
c.       Concepción kantiana de la religión dentro de los límites de la pura razón.
-       La libertad apunta a conseguir el mayor bien posible en el mundo, pero no nos dice en qué consiste. Esa tarea corresponde a la religión.
-       La religión nos habla de una voluntad moralmente perfecta, sana y todopoderosa. Los deberes impuestos por la voluntad libre deben ser entendidos como mandatos de esa supuesta voluntad divina, de la que podemos esperar el Supremo Bien y la felicidad.
-       La moral guarda relación con la felicidad porque la felicidad se consigue mediante la realización del bien moral. Por eso la moral no es la doctrina de cómo llegar a ser felices, sino de cómo llegar a ser dignos de la felicidad. Será después, en un segundo momento, cuando se presente la esperanza de participar un día más plenamente de la felicidad, en la medida que hemos procurado no ser indignos de ella.
-       Esto lleva a Kant a rechazar toda religión positiva -conjunto de ritos y dogmas aceptados y mantenidos sólo por la autoridad de una tradición o de una iglesia, sin mediar el necesario esfuerzo de reflexión autónoma-: sólo acepta la esperanza última que hallamos en toda religión.
-       La religión queda así racionalizada: la religión no va más allá de la razón. Kant se queda en un concepto de religión natural o moral, en coherencia con los ideales de la ilustración.
-       Se trata de una “religión dentro de los límites de la mera razón”, la cual no niega la validez de la religión revelada; pero esta permanece como algo que rebasa los límites de la razón.

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