"Parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para su salud o fuerza, sino para vivir bien en general." (Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro VI, Cap. 5)

viernes, 31 de mayo de 2019

TEXTOS PARA COMENTAR

Para que sigáis practicando, aquí tenéis un texto de Descartes, otro de Hume y un tercero de Kant.
Ánimo, que ya queda poco!

TEXTO 1


“Pues bien, de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo. Pues tener la facultad de concebir lo que es en general una cosa, o una verdad, o un pensamiento, me parece proceder únicamente de mi propia naturaleza; pero si oigo ahora un ruido, si veo el sol, si siento calor, he juzgado hasta el presente que esos sentimientos procedían de ciertas cosas existentes fuera de mí; y, por último, me parece que las sirenas, los hipogrifos y otras quimeras de ese género, son ficciones e invenciones de mi espíritu. Pero también podría persuadirme de que todas las ideas son del género de las que llamo extrañas y venidas de fuera, o de que han nacido todas conmigo, o de que todas han sido hechas por mí, pues aún no he descubierto su verdadero origen. Y lo que principalmente debo hacer, en este lugar, es considerar, respecto de aquellas que me parecen proceder de ciertos objetos que están fuera de mí, qué razones me fuerzan a creerlas semejantes a esos objetos.”

(R. Descartes, “Meditaciones Metafísicas”.)

TEXTO 2


Toda idea es copia de alguna impresión o sentimiento precedente; y donde no podamos encontrar ninguna impresión, podemos estar seguros de que no hay ninguna idea. En todos los casos singulares de operación de los cuerpos o de las mentes, nada hay que produzca una impresión, ni que, consecuentemente, pueda sugerir la idea de poder o conexión necesaria. Pero cuando se presentan muchos casos uniformes y el mismo objeto siempre se ve seguido del mismo evento, empezamos a tener la noción de causa y conexión. Sentimos entonces un nuevo sentimiento o una nueva impresión, a saber, una acostumbrada conexión en el pensamiento o en la imaginación entre un objeto y su acompañante habitual; y este sentimiento es el origen de aquella idea que buscamos. Pues como esta idea surge de una pluralidad de casos similares, y no de ningún caso único, ha de surgir de esta circunstancia en la que la pluralidad de casos difiere de cualquier caso individual. Pero esta acostumbrada conexión o transición de la imaginación es la única circunstancia en la que difieren. En todo otro particular son indistintos.

(D. Hume, “Investigación sobre el entendimiento humano”)

TEXTO 3

"El que la metafísica haya permanecido hasta el presente en un estado tan vacilante, inseguro y contradictorio, se debe únicamente al hecho de no haberse planteado antes el problema —y quizá ni siquiera la distinción— de los juicios analíticos y sintéticos. De la solución de este problema o de una prueba suficiente de que no existe en absoluto la posibilidad que ella pretende ver aclarada, depende el que se sostenga o no la metafísica. David Hume, el filósofo que más penetró en este problema, pero sin ver, ni de lejos, su generalidad y su concreción de forma suficiente, sino quedándose simplemente en la proposición sintética que liga el efecto a su causa (principium causalitatis), creyó mostrar que semejante proposición era totalmente imposible a priori. Según las conclusiones de Hume, todo lo que llamamos metafísica vendría a ser la mera ilusión de pretendidos conocimientos racionales de algo que, de hecho, sólo procede de la experiencia y que adquiere la apariencia de necesidad gracias a la costumbre. Si Hume hubiese tenido presente nuestro problema en su universalidad, jamás se le habría ocurrido semejante afirmación, que elimina toda filosofía pura. En efecto, hubiera visto que, según su propio razonamiento, tampoco sería posible la matemática pura, ya que ésta contiene ciertamente proposiciones sintéticas apriori. Su sano entendimiento le hubiera prevenido de formular tal aserto.".

(I. Kant. "Crítica de la razón pura.")



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